Durante estos últimos meses he tenido la oportunidad de colaborar en www.miradasconalma.org Se trata de una publicación digital en la que se resumen muchas de las historias que surgen alrededor de la Fundación «la Caixa». Y una de esas historias, que me tocó contar a mi, fue la de Mar.
Mar es una madre sin hijo. Su pequeño Vicent murió a los 8 años, víctima de una enfermedad. Cuando mi compañera y amiga Bárbara me propuso entrevistar a Mar y al psicólogo que la estaba ayudando a superar el duelo, supe que iba a ser una entrevista-reto. Me preparé a conciencia, pañuelos en mano, para plantarme delante de una madre que estaba pasando por el mayor dolor de su vida. Y a pesar de mis miedos, Mar se me presentó como una entrevistada más. Hablando de un tema muy duro, si. Pero sin dramas. Sin nostalgias. Sin victimismo. Solo con la cruda realidad. De la conversación que tuve con ella y Javier, su psicólogo, salió un texto que también publicó La Vanguardia. Cuando recibí un mensaje de Javier diciendo que les había gustado mucho cómo había quedado el texto y la sensibilidad que transmitía, me sentí feliz. Uno de los objetivos de Mar tras perder a Vicent, fue contar su historia para ayudar a otros padres y madres en su misma situación. Normalizar un tema muy tabú, por lo que duele. Pero que es tan real como la vida misma.

Un giro en la historia
Que Mar y Javier estuvieran contentos era, para mi, el mayor logro que podía conseguir con esta historia. Sin embargo, las aproximadamente 900 palabras me tenían una sorpresa reservada.
Pasados unos días tras la publicación del artículo en www.miradasconalma.org, un amigo que trabaja en Catalunya, me mandó el siguiente mensaje: «Mira qué he encontrado (con el enlace a la noticia de La Vanguardia del testimonio de Mar). ¡Qué historia tan dura! Me ha hecho gracia ver un artículo tuyo. Me lo ha recomendado un psicólogo que es amigo mío y me lo ha compartido a través de WhatsApp. Dice que, justo verlo esta mañana, lo ha compartido en un grupo de padres que han pasado por el duelo de un hijo«.
Y estos, son los mensajes que llegaron a este grupo:

NUNCA antes había sido consciente de que unas palabras podían ayudar de esta manera. A este grupo de padres y madres. A Mar. A mi, que me demostraron que, aunque sea de refilón, la mía también es una profesión que puede ayudar a quién lo necesita.
Gracias Mar.