EMISOR – MENSAJE – RECEPTOR
Apuesto a que en algún rincón perdido de tu memoria tienes este esquema. Muy básico, muy sencillo. La base de toda comunicación, nos dijeron en nuestras primeras clases de lengua y literatura. Eran tiempos en los que escribíamos frases de sujeto y predicado. Y las subordinadas, aunque complejas, intentaban dar un poco de luz a un texto. Nos advertían de que lo importante era cómo el emisor mandaba un mensaje adecuado para el tipo de receptor. Que no era lo mismo hablarle sobre la muerte a un niño que a un astrofísico.
Sin embargo, el esquema actual es algo más parecido a esto:
EMISORES – MENSAJE – MENSAJE – MENSAJE – MENSAJE – POSVERDAD
¡Buf! Solo de ver tanto mensaje, me he cansado. Sin embargo, parece ser que nuestros cerebros están evolucionando hacia una forma de comunicación en la que la saturación de información es lo que más le va. Lo que le motiva. Lo que le distrae. ¡Eh! ¿Sigues ahí? Mira que estoy escribiendo frases cortas para que no te me despistes. Aunque nos resulte muy complicado hoy en día…
Saltamos de una frase motivacional de Instagram a un titular mal escrito en un diario digital. De un vídeo de cocina en Facebook a un hilo de Twitter sobre la última trastada de Trump. Nos llegan miles y miles de mensajes, totalmente diversos. Con la única intención por parte del emisor de engancharnos y dejarnos ir al segundo siguiente. Sin importar si somos niños o astrofísicos. Y al finalizar el día, a veces me pregunto por qué habré perdido tanto tiempo leyendo chorradas que en realidad no me interesan.
¿Cómo puede ser que estemos TODOS enganchados a la sobreinformación?
El “no tan mito” de Aldus Huxley
Si no te la has leído, no quiero avanzarte mucho. Así que…
⚠️ SPOILERS A PARTIR DE AQUÍ
El escritor británico Aldous Huxley imagina en su novela distópica “Un mundo feliz” a una sociedad manipulada por el placer. Y anulada por una droga que consumen sin mesura llamada soma. La idea de fondo es que el ser humano ha de estar sobreestimulado, absorto en experiencias placenteras, para no cuestionarse una verdad horripilante (que tendrás que descubrir leyendo el libro). Es la forma en la que el gobierno de este futuro mantiene controlada a la sociedad, que vive en paz, en harmonía. Idiotizada por completo.
🚫 HASTA AQUÍ LOS SPOILERS
Para un momento tu cabeza -y deja el móvil a un lado- y piensa. ¿A qué droga legal estamos todos enganchados y nos tiene entretenidos, momentáneamente felices y despreocupados? La SOBREINFORMACIÓN, en todas sus caras amables de redes sociales. Nos llegan mensajes, mensajes, mensajes, mensajes y más mensajes. Y la gran mayoría tienen en común que juegan con tu “neurona del placer” para darte algo inmediato y que puedas olvidarlo un segundo después. Has pasado de ser un receptor de información a un consumidor compulsivo de soma. Pero tranquilo, nos está pasando a todos.
En serio, ponte a dieta
Ya puedes empezar a elegir tus lechugas, tus horas de comida y tus pecados permitidos. Porque lo suyo para salir de esa vorágine de sobreinformación es la dieta informativa. No te rías, que no es tan fácil como parece. Yo llevo intentándolo un año y poco he conseguido. Pero no es un reto imposible.
Para seguir una dieta informativa que te permita desquitarte del soma, debes:
- Elegir la información que realmente te interesa, te aporta algo y te ayuda a crecer como persona.
- Poner límites a las horas que pierdes en redes sociales. Puedes darte un capricho de vez en cuando, pero que no se convierta en un ladrón de tiempo descomunal.
- Leer sobre papel. Lo que sea. Pero concéntrate en lo que estás leyendo. Siempre es mejor una buena comprensión lectora que una velocidad de lectura de vértigo.
- Y si, claro que puedes ver vídeos de recetas rápidas y calóricas en Facebook. Pero solo los domingos.
Y si tú eres el emisor…
…no te olvides del receptor. Mandar un mensaje es un acto de responsabilidad para el que lo manda y para quién lo recibe. Así que hoy, Día Mundial de la Radio, acuérdate de que el receptor no ha de quedar guardado en el cajón. Porque está al otro lado del micrófono (aunque no puedas verlo). Y puede empezar a pensar en cualquier momento.
Si te interesa saber más sobre cómo estamos cambiando nuestra forma de consumir información, te recomiendo el libro de Nicholas Carr, “Superficiales: ¿qué está haciendo internet con nuestras mentes?”