El lenguaje positivo en tu día a día
¿Hacemos un experimento juntos? Lee estas dos frases de abajo. Sin pensar, anota la primera emoción que se te venga a la cabeza relacionada con cada una de ellas.
- «No sé yo si es buena idea irnos de vacaciones ahora. La cuenta corriente no está muy boyante que digamos.»
- «Sería genial irnos de vacaciones. Esperaremos un poco a tener algo de dinero ahorrado y mientras podemos investigar qué destino nos apetece más.»
¿Cuál de las dos te ha dejado mejor sabor de boca? (si es la primera, te aconsejo un buen replanteamiento vital). Fíjate que, en el fondo, las dos plantean un mismo problema:
Deseo de irnos de vacaciones + falta de dinero = posponer el viaje
¿Cómo, entonces, una sola frase puede hacernos sentir emociones tan distintas significando exactamente lo mismo? La primera está escrita de forma que el NO es protagonista. Un NO, por definición, crea una barrera que impide avanzar. Con dos simples letras, toda acción hacia el futuro, ya sea cercano o lejano, se desvanece. Estamos usando el lenguaje negativo. Sin embargo, la segunda oración no crea esa barrera. Y eso que el resultado directo es el mismo: hay que posponer las ganas de irse de vacaciones por falta de dinero. El planteamiento del deseo en positivo junto con dos acciones – ahorrar dinero e investigar destinos – que ayudarán a conseguirlo, es hablar del mismo problema en lenguaje positivo.
El falso positivo
¡Ojo! No estoy hablando aquí de falso positivismo que hemos creado a base de frases motivadoras escritas con tipografías chulas. Sino de ser conscientes de cómo usamos el lenguaje a diario. Podemos estar relatando el hecho más triste del mundo y hacerlo con lenguaje positivo. Te voy a poner un ejemplo real que, para mi, fue además una lección vital.
Tras un largo proceso de cáncer, Andrés finalmente murió a los 42 años, dejando sola a su esposa Júlia. En el funeral, una amiga de Júlia, visiblemente apenada por ella, le dijo: «Siento muchísimo que haya muerto tan joven. Os quedaba todavía tanto por vivir…», a lo que Júlia, totalmente serena y con una media sonrisa, contestó: «Pues yo estoy agradecida por todos los años que hemos podido pasar juntos».
El lenguaje positivo es una postura delante de la vida, una decisión consciente de querer avanzar y quedarse con lo bueno.
Lista de palabras y fórmulas «barrera»
El primer paso para usar el lenguaje positivo, además de creer en él, es identificar las barreras que creamos a diario. Aquí te dejo una lista de palabras y fórmulas «barrera» a evitar.
- NO. Hasta mi gata sabe qué significa. ¿Necesita más presentación?
- PERO. Un pero siempre es un dardo amargo. Es la barrera que se cierra a una acción positiva.
- Si pero no. La fórmula traicionera. Empieza con una esperanza para rematar con una barrera como unas casas.
- Planteamiento positivo + SIN EMBARGO + planteamiento negativo (problema). Es una fórmula más sutil del SI PERO NO. Parece más inofensiva, aunque el resultado es el mismo.
- Esto es un problema. ¿Qué hay más negativo que esto?
- No me entiendes. Estás trasladando tu problema a otra persona, con lo que puede sentirse atacada. Lo más probable es que se cierre en banda.
¿Cómo transformar un NO a lenguaje positivo?
Ahora viene la parte bonita del experimento: transformar algo negativo en positivo. Te aseguro que te costará adaptarte al lenguaje positivo (a mi me costó un montón), pero con práctica, lo conseguirás. Toma nota de los trucos que usé para dar el cambio.
- Evita usar la palabra NO a toda costa. La tenemos tan integrada en nuestro ser que, incluso para hablar de cosas positivas, la utilizamos. Por ejemplo, en lugar de decir: «¿no sería maravilloso irnos de vacaciones?», prueba con «sería maravilloso irnos de vacaciones». Un NO siempre es un NO.
- Usa los PEROS con moderación y como palabra constructiva. Un PERO que invita a la acción, es un PERO en positivo.
- Tanto el SI PERO NO como la fórmula del planteamiento positivo + sin embargo + planteamiento negativo pueden convertirse en oportunidades para pasar a la acción. Partimos de un problema al que podemos ponerle solución. Por ejemplo: «Me encantaría ir a correr, pero está lloviendo» puede convertirse en «¡Está lloviendo! Es hora de probar el nuevo chubasquero». O incluso: «¡Llueve! Me quedo en casa y aprovecho para leer un rato». ¿Notas como la barrera desaparece?
- ESTO ES UN PROBLEMA. ¿Te han dicho alguna vez lo de que si un problema tiene solución, la encontrarás? Y que si no la tiene ¿no hay de qué preocuparse? Aprender a relativizar es uno de los mejores ejercicios para practicar el lenguaje positivo. Y, en cualquier caso, ¡busca el camino para pasar a la acción!
- Trasladar una dificultad nuestra a otra persona crea un diálogo negativo capaz de romper las más bellas amistades. Procura ser amable con tu interlocutor y, cuando la comunicación no sea efectiva, prueba a cuestionar tus formas. En lugar del típico «¿por qué no me entiendes?», prueba con «¿me explico? Sino, lo intento de otra manera». Acabas de asumir que la comunicación depende de los dos, no solo del que está escuchando.
Un sano diálogo interior
El lenguaje positivo es de gran ayuda para sentirnos mejor con nosotros mismos. De forma inconsciente, y a base de práctica, eliminar la negatividad de nuestro vocabulario es un gran punto a favor para ser más felices. Como lo lees. Quédate con estos beneficios de hablar y escribir en positivo. Y cuando lo hayas probado durante un tiempo, me cuentas.
Beneficios del lenguaje positivo
- Estamos más contentos.
- Tenemos más ganas de crear.
- El diálogo con otras personas es más fácil y reporta más beneficios.
- Nos ayuda a relativizar situaciones negativas.
- Somos más agradecidos porque nos fijamos en la parte positiva de la vida.
- Y un secreto para rematar…
…la mejor frase en lenguaje positivo es UNA SONRISA